Siguiendo en el ambiente olímpico, nos
encontramos con gratas noticias al conocer a deportistas que no sólo destacan
por sus capacidades físicas, sino también manifiestan otras virtudes. Por
ejemplo, está Ryan Hall, de 29 años, quien con toda naturalidad ha mostrado su
fe. Él es el corredor de distancia más rápido de la delegación estadounidense
de los Juegos Olímpicos en Londres. Ha declarado que todo se lo debe a su
entrenador omnipresente, quien ha estado con él en cada paso del camino: “Seré
directo; mi entrenador es Dios”, dijo a la entrevistadora de CNN.
El año pasado, después de terminar en segundo
lugar en el campeonato anual de medio maratón, le pidieron a Hall hacerse una
prueba antidoping de rutina, y llenar un cuestionario. Había un espacio para el
nombre de su entrenador: “Vi la línea en blanco, decía que anotáramos el nombre
de nuestro entrenador, y dije, ‘Bueno, tú sabes que tengo que ser honesto’. Escribí
‘Dios’ entonces”. Eso originó ciertas controversias.
Él llama a su método: el “entrenamiento basado
en la fe”. Mientras corre, reza. Por ahora parece funcionar. Hall es el
corredor de distancia clasificado en primer lugar en Estados Unidos. El Maratón
de Boston del 2011 fue su mejor carrera personal, con un increíble tiempo de 2
horas 4 minutos y 58 segundos.
Sabe que podría encontrarse con escépticos de
su preparación basada en la fe, pero afirma: “Amo a los escépticos y Dios ama a
los escépticos; está bien que la gente no esté de acuerdo”.
Para Hall, correr consiste en una experiencia
de paz y alegría. Dice que en el pasado alguna vez culpó a Dios por un fracaso,
pero eso ya cambió: “No creo que Dios sea el causante de que yo fracase en las
carreras”, explicó. Si no obtiene los resultados que espera, no culpará a Dios:
“Las medallas son cosas que me encantaría alcanzar, pero todo eso es como el
betún del pastel”, dice Hall.
Le preguntaron cómo se entrena: “Todos los
días yo le pregunto: ‘¿qué quieres que haga?’. Es gracioso porque siento que Él
me dice ‘¿qué quieres hacer tú?’ Así que las cosas de Dios son muy frescas para
mi... Corro dos veces al día, seis días a la semana, descanso un día porque una
de las cosas que me guía es la Biblia; yo aplico muchas de las cosas que Dios
me señala en la Biblia”.
Por último le preguntaron si creía que ahora
que Dios era su entrenador le iba a ayudar a mejorar. Ryan contestó que sí. Que
es más importante el corazón que pones, “que cuando tienes un corazón puro y
estás conectado con Dios eso libera la presión… lo cual me ayuda a correr más
rápido... Creo que cuando uno está sintonizado espiritualmente, también lo está
físicamente porque nuestro ser físico y espiritual está conectado… entrenamos
siempre lo físico y lo emocional pero lo espiritual lo dejamos de lado. Pero
cuando tenemos todo sintonizado cosas bellas suceden”.
Este corredor nos recuerda las palabras de San Pablo, hablando de las competencias que nos conviene tener presentes: “¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos, sin duda, corren, pero uno solo recibe el premio? Corred de tal modo que lo alcancéis. Todo el que toma parte en el certamen atlético se abstiene de todo; y ellos para alcanzar una corona corruptible; nosotros, en cambio, una incorruptible” (I Cor, 9, 24-25).