Antes de empezar a leer, te sugiero abrir el corazón y dejar la mente a un lado. La mente juzga muchas veces sin miramientos y es tajante porque siempre requiere de pruebas aún cuando no las entienda; la razón hace palidecer al corazón, aún aquel que se siente fuerte; la razón desnuda al corazón, le quita la sonrisa de niño, la inocencia y la capacidad de asombro. Cruzar la puerta con el corazón implica audacia y deseos de aprender, y en esta ocasión para confrontar la verdad.
¿Qué es la verdad? ¿Alguna vez te has hecho esta pregunta?
La historia está llena de pensamientos,
juicios e ideas y a veces racionamientos muy complejos de lo que es la
verdad; muchos filósofos y pensadores han tratado de dilucidar la
verdad; de hecho hay tantas corrientes y tendencias, como la variedad de
aves que hay en el mundo; y aunado a todo eso, hay muchos que dicen
tener su propia verdad. Para que algo sea verdad debe ser único,
irrefutable y universal, sino cumple con estas primicias, no hay verdad
que sea digna de llamarse así. La verdad nunca podrá ser falseada porque
ella contiene en sí misma una luz y una fuerza absoluta.
Entonces, ¿qué es la verdad?
Podemos comenzar diciendo que la verdad
no requiere de todo un tratado vertido en un libro de cientos de
páginas, la verdad en sí misma es sencilla y simple, capaz de tocar el
corazón humano; siendo así, ¿Cómo es posible que la verdad haya estado
oculta durante siglos? Esto ha sido así porque nuestro espíritu ha
necesitado crecer, aprender mediante experiencias de vida entre lo bueno
y lo malo, lo dulce y lo amargo, en pocas palabras ha necesitado
evolucionar; tal como el niño recién nacido, le es imposible distinguir a
su madre, o como el adolescente que no distingue el amor fugas del amor
verdadero o el científico que aún no puede comprobar acertadamente el
comportamiento de la materia desde el punto de vista cuántico, todo ello
nos dice que hemos necesitado de tiempo para crecer, para evolucionar.
Al día de hoy hay muchos espíritus despiertos que comprenden lo que en
el fondo de su corazón palpita, que exclaman queriendo decir al mundo lo
que hay más allá de lo que nuestros sentidos corporales entienden, pero
que muchas veces callan para que la verdad florezca por sí sola en cada
uno de nosotros, porque la verdad no se enseña ni se impone, la verdad
se descubre con el corazón y se vive.
Actualmente, el mundo vive afligido,
nosotros mismos somos responsables de ello; por la ignorancia de la
verdad, gran parte de la humanidad se encuentra perdida. ¡Cómo se han
multiplicado los hombres que caminan sin saber ni importarles hacia
dónde van!
La verdad..., la verdad es: un canto a
la vida, es contemplar en el amanecer lo majestuoso, lo exquisito y lo
magnífico; la verdad, es el sutil y dulce aroma de la flor, es saber que
la hoja del árbol no cae sin Su consentimiento, es saber que todo está
impregnado y vive gracias a Su amor infinito, es saber que todo el
universo y más allá, fuera de nuestro entendimiento, es bañado y vibra
por Su eterna presencia. Si entendemos, o más bien sentimos en nuestro
corazón esta Verdad, más maravillados estaremos de saber que Él vive en
nosotros, creados a su imagen y semejanza en espíritu, que somos un
átomo de su divinidad. Todos y cada uno de nosotros brotamos de Su
bondad infinita, antes de ser, éramos en Él y ya éramos amados antes de
nacer. Seguramente esto no es nuevo para ti, la religión nos ha enseñado
esto siempre, pero una vez más: ¿Lo entiendes con la mente o con el
corazón?, ¿Lo piensas o lo vives?
Si lo viviéramos, ten por seguro, que no
habría una sola arma en el mundo, ¿Cómo usar un arma contra tu propio
hermano? Si entendiéramos cabalmente que si todos nacemos de un solo
Dios, esto quiere decir que todos somos hermanos, sin distinguir razas,
ricos, pobres, judíos, budistas, o cualquier término que haya creado el
hombre que marque una diferencia entre los que habitamos este mundo; la
desigualdad espiritual no existe. Siempre deseamos ser únicos, somos
egoístas, el ansia de poder hace que humillemos a nuestro prójimo, a
nuestro hermano; el abuso, la ira, la venganza son sinónimos de una
mente ciega que no le da cabida al corazón, porque teme perder todo,
porque siempre quiere más a costa de lo que sea, no importa si mueres en
el intento; siempre buscamos más, sólo para tener más. ¿Y el corazón?
El corazón está huérfano, sólo y sumido en la tristeza, sin paz y sin
felicidad verdadera; en lugar de una fe cómoda y ciega, necesitamos una
fe viva, atenta, a partir del reconocimiento de la verdad y del saber
espiritual.
¿Quieres confrontar la Verdad? Pregunta a
tu corazón si fue feliz cuando tomaste ventaja sobre tu hermano y haz
la misma pregunta si sentiste lo mismo cuando amaste incondicionalmente.
La verdad es simple y llana: "Ámense los unos a los otros como yo los he amado". La verdad es un estado de unicidad universal.
La ciencia ha logrado maravillas pero
toda ella junta no ha logrado mostrarnos el camino hacia la vida
verdadera. La verdad posee una llave secreta que abre la puerta de lo
divino: nos da un nuevo ojo para ver a Dios, un nuevo oído para escuchar
Su voz, un nuevo olfato para descubrir Su perfume y un nuevo corazón
para sentir Su presencia.
Palabras de Chinmoy: "La Verdad ha
sido el problema de los problemas en todas las épocas. La verdad vive en
la experiencia; la verdad en su aspecto externo es sinceridad,
veracidad e integridad; la verdad en su aspecto interno y espiritual es
la visión de Dios, la realización de Dios y la manifestación de Dios.
Eso que respira eternamente es la Verdad".
Se ha abierto en el mundo una nueva
etapa en la que el hombre buscará mayor libertad para su pensamiento, en
la que pugnará por romper las cadenas de esclavitud que nuestro
espíritu ha acarreado. Es el tiempo en que veremos a las naciones
traspasar las barreras del fanatismo en busca de sustento espiritual y
de luz verdadera.
¿Tú estás viviendo la Verdad?
Sé tú el cambio que quieres ver en el mundo.