sábado, 10 de noviembre de 2012

¿Cuándo Comenzó la Exigencia por la Nueva Evangelización? Vivir como si Dios no Existiera...

Nota original: Stefano Fontana para Observatorio Internacional para la Doctrina Social de la Iglesia

¿Cuándo nació la exigencia de una nueva evangelización? Como el autor de esta expresión fue Juan Pablo II, uno podría pensar que las exigencias por una nueva evangelización se manifestaron al inicio de su pontificado. Digamos, en los años ochenta.

Sin embargo, dirigiéndose a los obispos  reunidos en Roma para el Sínodo sobre la nueva evangelización, el Papa Benedicto XVI ha recordado que, al final, incluso el Concilio Vaticano II fue convocado para responder a las exigencias della nueva evangelización.  Por tanto, hay que retroceder las agujas del reloj.



Concluyendo el Sínodo sobre la nueva evangelización, el Papa ha retrocedido las agujas aún mas, mucho más. Ha declarado que la urgencia de una nueva evangelización nació a mediados del siglo XIX, cuando la sociedad comenzó a construirse sin Dios o en contra de Dios, cuando comenzó el proceso moderno de la secularización.

Me parece que retrodatar es muy importante y no creo que le haya sido dedicada una suficiente atención. Esto significa que desde Pío IX a Benedicto XVI la Iglesia se dedica a un solo proyecto: poner a Dios en el centro de la vida personal y comunitaria. Ha existido una sola Iglesia, durante todos estos años, un solo objetivo: los Pontífices no se han contradicho entre sí, la Iglesia antes del Concilio tenía el mismo objetivo que la Iglesia después del Concilio.

La especificación del Papa Benedicto XVI trae consigo una notable reiteración del concepto de la secularización. Se dice, a menudo, que la secularización moderna ha sido posible por el mismo cristianismo; esto, es un hecho positivo ya que permite su purificación: quitando a Dios del mundo, la Fe se volvería finalmente Fe, y quedaría como ideología. Examinemos las cosas con paciencia.

La secularización de la religión ha ya acontecido y la sociedad sigue su camino como si Dios no existiera. La secularización también implica la secularización ética; es decir, la exclusión de la vida social, política y jurídica de los grandes principios de la ley natural. La religión privatizada implica la privatización de la moral: cada uno da la suya. La cosa interesante es que a este proceso se suman la secularización espiritual e interior de los mismos creyentes. Si uno se ve obligado a actuar en público como si Dios no existiese, a organizar su vida sin una moral, es lógico que ogranizará su vida interior bajo la duda y el escepticismo.

Si aceptar la secularización significa aceptar que Dios no tenga nada que decirnos sobre la organización de la sociedad, entonces preparemonos también para aceptar otras 2 secularizaciones: la babel también afecta a la moral (como ya está sucediendo) y también afectará la vida interior de los creyentes (como ya es el caso).

La fecha del nacimiento de la nueva evangelización, que el Papa Benedicto XVI ha indicado recientemente, nos dice mucho sobre su naturaleza. Se trata de poner a Dios en el centro de todo y no aceptar una secularización entendida como una exclusión de Dios en la esfera pública con la idea de que Su puesto se encuentra en la esfera privada. Eliminado de la esfera pública también vendrá eliminado de la esfera privada: la lógica de la secularización es coherente  y despiadada.