Entrevista Original: Gianni Valente para Revista 30 Giorni
Versión en francés: Eglises d'Asie
Entrevista al Cardenal John Tong Hong, de 72 años, obispo de Hong Kong desde el 15 de abril del 2009, fecha de la jubilación de su predecesor, el cardenal Joseph Zen Ze-Kin.
Gianni Valente: Usted es obispo y cardenal, pero si miramos su biografía,
vemos que sus padres no provienen de familias cristianas. Ninguno de sus
abuelos fue bautizado.
--Cardenal Tong: Así es, mi madre fue la primera que tuvo la
oportunidad de entrar en contacto con la fe católica. Siendo niña, fue a
una escuela de religiosas canosianas donde había muchas italianas.
Hasta encontró al nuncio en China, mientras visitaba su escuela las
hermanas le habían escogido para entregarle un ramo de flores al
representante del Papa y estaba muy orgullosa. Había comenzado a
estudiar el catecismo pero no recibió el bautismo en seguida por que no
había habido nunca católicos en su familia. Pidió ser bautizada después
de la II Guerra Mundial cuando yo tenía 6 años.
Los años de su infancia debieron ser terribles
--Cardenal Tong: Cuando los japoneses invadieron Hong Kong fuimos a
Macao. Allí fuí confiado a mi abuela paterna que vivía en un pueblo de
Guangdong. Al final de la guerra, pude reencontrarme con mis padres en
Canton. Eran años de la guerra civil. Los comunistas y los nacionalistas
se enfrentaban principalmente en el norte del país, mientras que los
refugiados y los heridos afluían a las provincias del sur. Los
misioneros americanos presentes en Canton acogían con bondad a todos
aquellos que estaban necesitados sin preocuparse a que campo
pertenecian. Mi madre y yo ayudábamos a los supervivientes y a los
refugiados.
El testimonio de mi párroco, el padre Bernard Meyer y de sus hermanos misioneros de Maryknoll me hizo pensar que algún día yo también podría ser sacerdote.
El testimonio de mi párroco, el padre Bernard Meyer y de sus hermanos misioneros de Maryknoll me hizo pensar que algún día yo también podría ser sacerdote.
Usted estudió en Roma precisamente durante los años del Concilio Vaticano II
--Cardenal Tong: El Concilio me ayudó mucho a ensanchar y hacer más
profunda mi comprensión de las cosas y de la Iglesia. Fui ordenado
sacerdote unas semanas más tarde del final del Concilio. Nuestra
promoción de diáconos en la Universidad Pontificia Urbaniana, fue
escogida para recibir la ordenación presbiterial de manos del papa Pablo
VI en la fiesta de la Epifanía de 1966.
Casi medio siglo después, en el último Consistorio, usted
tuvo una intervención ante el Sacro Colegio para explicar la situación
de la Iglesia católica en China. ¿Qué dijo a sus colegas cardenales?
--Cardenal Tong: Para describir la situación en China, utilicé tres palabras. La primera es wonderful,
sorprendente. Es sorprendente comprobar que estas últimas décadas, la
Iglesia china no dejó de crecer, al mismo tiempo que es objeto de muchas
presiones y restricciones. Es un hecho objetivo apoyado por las cifras.
Los católicos en China eran alrededor de tres millones en 1949; hoy son
doce millones. En 1980 después de la reapertura querida por Deng
Xiaoping, había 1.300 sacerdotes, ahora son alrededor de 3.500, hay
también alrededor de 5.000 religiosos de los cuales dos tercios
pertenecen a las comunidades "oficiales" registradas en el gobierno. Hay
1.400 seminaristas, unos mil estudian en los seminarios financiados por
el gobierno. Los seminarios "oficiales" son diez en total, mientras que
hay seis seminarios "clandestinos". Desde 1980, 3.000 nuevos sacerdotes
han sido ordenados y 4.500 jóvenes religiosas pronunciaron sus votos.
El 90% de los sacerdotes tiene entre 25 y 50 años.
¿Por tanto, todo bien?
--Cardenal Tong: La segunda palabra para describir la situación en la
Iglesia de China fue "difícil". Y el desafío mas difícil al cuál se
enfrenta la Iglesia en China es el control impuesto sobre la vida
eclesial por el gobierno a través de la Asociación patriótica de los
católicos chinos. Cité la carta de un obispo muy respetado en China
continental que me escribía: "En todo el país socialista el gobierno
intenta dividir a los cristianos apoyándose en algunos para crear una
organización aparte de la Iglesia con el fin de controlar a esta
última". La Asociación patriótica es un ejemplo de este modus operandi. En
la carta que el papa dirigió a los católicos chinos en junio del 2007,
está escrito que estos organismos no son compatibles con la doctrina
católica. Esto todavía se vió en el momento de las ordenaciones
sacerdotales ilegítimas impuestas a la Iglesia en el 2010 y 2011.
Pero, ¿por qué la superpotencia china siente todavía la necesidad de controlar tan estrechamente la vida de la Iglesia?
--Cardenal Tong: Según los análisis hechos por Leo Goodstadt
--conocido estudioso de Hong Kong y ex consejero del último gobernador
británico de Hong Kong, Chris Patten--, se debe a diferentes razones.
Los regímenes comunistas temen que la religión compita con su influencia
en el espíritu, las ideas e incluso la acción de las personas. Se dan
cuenta de que las religiones son un elemento fundamental en la vida de
las personas que no van a desaparecer del horizonte de las sociedades
humanas y que al contrario el número de sus fieles va aumentando. Tienen
miedo de esta evolución. Después de un acontecimiento como el del 11 de
septiembre su temor se acrecentó, porque se dieron cuenta de que las
ideas religiosas podían también conducir a la guerra. En fin, los nuevos
dirigentes que se preparan para asumir el gobierno de China en 2012,
deben demostrar que son comunistas.
¿Cómo es posible que el gobierno de una nación tan potente como China tenga miedo de las interferencias políticas del Vaticano?
--Cardenal Tong: Vivimos en sociedad y nuestra vida tiene
necesariamente una dimensión política y depende de eso estrechamente.
Pero desde luego la Iglesia no es una organización política. Realmente
no es nuestro problema o nuestro fin cambiar el sistema político. Por
otro lado, en nuestra situación, esto sería imposible.
Volvamos al discurso que dió ante el Consistorio. ¿Cuál era su tercer término?
--Cardenal Tong: La tercera palabra para describir las condiciones de
la vida de la Iglesia en China es "posible". Para comprender las
razones de esta elección leí un pasaje de la carta del obispo que ya he
mencionado. Este obispo decía que estaba sereno, apacible y confiado en
el presente, en particular porque él consideraba los problemas actuales
teniendo en el espíritu los tormentos vividos en los años de persecución
entre 1951 y 1979. Él mismo en aquellas duras pruebas pasadas, pudo
experimentar que todo estaba en las manos de Dios. Y Dios puede disponer
las cosas de modo que incluso las dificultades puedan al final
concurrir al bien de la Iglesia. Así podemos comprobar que no es el
control del gobierno lo que puede apagar la fe. Al contrario, esto hasta
puede tener como efecto el acrecentar la unidad y la vitalidad de la
Iglesia. Sin duda la solución a nuestras dificultades puede no llegar
mañana, pero sabemos que está cerca.
Hay quien dice que al afrontar los problemas hay que elegir
entre dos vías alternativas: o la vía del diálogo o de la defensa de los
principios, ¿piensa que las dos cosas son incompatibles?
--Cardenal Tong: En cuanto a mí, prefiero el camino de la moderación,
es preferible ser paciente y abierto al diálogo con todos, incluso con
los comunistas. Estoy convencido que en ausencia de diálogo no es
posible encontrar una solución. Pero mientras dialogamos con todos,
deberemos al mismo tiempo mantener firmes nuestros principios sin
sacrificarlos. Esto significa que un nuevo obispo puede aceptar la
consagración episcopal solo si existe el consenso del papa. A esto no
podemos renunciar. Forma parte de nuestro credo, en el cuál confesamos a
la Iglesia como una, santa, católica y apostólica. Pero también en la
defensa de la vida, los derechos inviolables de la persona humana la
indisolubilidad del matrimonio, etc. No podemos renunciar a las verdades
de la fe y de la moral tal como son descritas en el Catecismo de la
Iglesia católica.
A veces se tiene la impresión de que algunos ambientes
católicos de Hong Kong tengan la tarea de medir el grado de catolicidad
de la Iglesia de China. ¿Es esta la misión de la Iglesia de Hong Kong?
--Cardenal Tong: La fe no viene de nosotros, viene siempre de Jesús y
no somos ni los controladores ni los jueces de la fe de nuestros
hermanos. Nosotros somos simplemente una diócesis hermana respecto a las
diócesis del continente. Así si lo desean, podemos compartir con ellos
nuestra experiencia y nuestra acción personal. Y si se encuentran en
situaciones difíciles mientras nosotros gozamos de una mayor libertad,
deseamos solamente proporcionarles nuestro apoyo. Orar para que todos
guarden la fe cualquiera que sea la intensidad de las presiones que
deben sufrir.
En algunos comentarios, una amplia área eclesial en China es
siempre descrita como si estuviera al margen de la fidelidad a la
Iglesia. Al mismo tiempo la gran devoción de los fieles chinos es
reconocida. ¿Cómo se concilian las dos cosas?
--Cardenal Tong: No me parece apropiado hablar de China que es
inmensa como de un todo. No me convencen afirmaciones como "la fe es
fuerte en China", ni las que enfatizan lo contrario. Todo depende de las
personas. Hay tantos testigos fieles de la fe que ofrecen su vida y
también sus sufrimientos a Jesús y también estan aquellos que, llevados
por las preocupaciones del mundo sacrifican sus principios. Estos son
pocos. Por ejemplo, los sacerdotes que han aceptado recibir la
ordenación episcopal sin el acuerdo del papa. Esto no está bien y no
tenemos que dudar en decirlo.
Justo sobre los jóvenes obispos se concentra la atención de
muchos. Según algunos, serían frágiles y habría algunos oportunistas
entre ellos. ¿Qué hay que hacer? ¿Aislarlos? ¿Condenarlos?
¿Justificarlos siempre y de todos modos?
--Cardenal Tong: No, sobre todo nada de aislarlos. Primeramente es
necesario orar por ellos. Lo mismo por aquellos que cometen errores
manifiestos. Si alguno puede aproximarse y ser su amigo, deben
exhortarles a reconocer lo que no es justo en sus decisiones. Lo mismo
que deben animarles a escribir a las autoridades eclesiásticas para
explicar cómo ha ocurrido todo esto y si es posible pedir perdón. Es una
forma de la corrección fraterna.
¿Las divisiones entre estos dos grupos católicos los llamados
"oficiales" y los "clandestinos" , tienen como único factor
desencadenante las presiones y sumisiones impuestas por el gobierno?
--Cardenal Tong: Desgraciadamente no. Hay también muchas otras razones y factores.
Incluso en China, vemos en Internet que atacan a los
católicos sobre cuestiones de moral o de doctrina, acusándolos de haber
traicionado la fe de la Iglesia por cobardía o por oportunismo aceptando
lo que pide el régimen. ¿Qué piensa usted?
--Cardenal Tong: Pienso que la corrección fraterna a la cuál hacía
referencia antes, debe ejercerse con el diálogo y no a través de los
ataques que se les hace por Internet.
Las dificultades vividas por la Iglesia en China afectan al
vínculo con el Obispo de Roma. ¿Cree usted que al final puede haber el
peligro de que este vínculo sea sentido con menos intensidad por los
fieles y el clero?
--Cardenal Tong: En China sigo constatando una gran devoción por el
papa. Aman al santo padre, esto es seguro. Están bajo presión en este
punto. Se les impide tener relaciones normales con el sucesor de Pedro.
Por esta razón el amor es todavía mas fuerte. Diría que es casi
natural.
¿Es verdad, eminencia, que estuvo presente en la ordenación
episcopal de monseñor Aloysius Jin Luxian, que tuvo lugar hace 27 años?
--Cardenal Tong: Sí, estuve presente. Fue en 1985 yo era aún
sacerdote de la diócesis de Hong Kong y desde 1980 dirigía el Centro de
Estudios del Espíritu Santo. Jin Luxian me pidió estar presente. Deseaba
que le apoyara. Me dijo que había estado en prisión, que deseaba
conservar su fe y su pertenencia a la Santa Sede y que enviaba cartas a
Roma para manifestar su sumisión a la Sede Apostólica y a la Primatura
de Pedro. Me dijo actuar en conciencia y que le parecía que la única
solución era aceptar esta consagración episcopal. A la vista de las
circunstancias le parecía necesario sostener a la diócesis de Shanghai y
salvar a la Iglesia local y el seminario. Hace 7 años, la Santa Sede ha
aceptado su petición y le ha reconocido como el obispo legítimo de la
diócesis de Shanghai, pero estas son cosas del pasado, es importante
mirar hacia el futuro.
Mirando hacia el futuro, ¿qué ha aprendido de esas experiencias pasadas?
--Cardenal Tong: He aprendido que time can prove, el tiempo
puede dar cuenta de las cosas. A veces, sólo a largo plazo puedes
reconocer si una cosa es justa o equivocada, si una elección ha sido
dictada por buenas o malas razones. En la inmediatez transitoria del
momento no puedes juzgar claramente las cosas. A la larga emerge la
verdadera intención de las personas. Las situaciones son a veces
complicadas en China. Estamos bajo presión y a veces faltan
interlocutores para discutir las decisiones en profundidad. Pero si
haces tu elección teniendo en el corazón el amor de Jesús y de la
Iglesia, la buena intención se verá verificada con el tiempo.
¿Qué significa esto respecto a las controversias que afectan actualmente la Iglesia de China?
--Cardenal Tong: No hay que centrarse en un solo punto, controlar
cada una de las decisiones tomadas por cada uno de los miembros de la
Iglesia de China, esperando que sea perfecta en toda situación y en todo
momento. ¡Somos seres humanos, somos seres humanos!. Todos cometemos
errores y caemos muchas veces en el camino. Pero luego se puede pedir
perdón. Si en cambio cada error es aislado y se convierte en motivo de
condena sin apelación, ¿qiuén se puede salvar? Es a la larga donde se ve
si un sacerdote tiene una buena intención en su corazón. Se ve si ha
actuado por amor a Dios, de la Iglesia y del pueblo, incluso si ha
cometido errores. Esto es importante: descubrir que las personas
perseveran en la fidelidad porque son tocadas por el amor de Jesús
incluso en situaciones difíles. Al final, todo el mundo lo verá. Y
ciertamente Dios lo ve, Él, que escruta el corazón de cada uno de
nosotros.