Benedicto XVI anunció este domingo de Pentecostés, tras la oración
del Regina Coeli, que el místico español san Juan de Ávila y la santa
benedictina alemana Hildegarda serán declarados doctores de la Iglesia. Dos
modelos, indicó el Papa, que fueron iluminados por la gracia del
Espíritu Santo con dones en la comprensión y diálogo hacia el mundo, lo
que les vuelve particularmente importantes en la nueva
evangelización. “El próximo 7 de octubre, en el inicio de la Asamblea
Ordinaria del Sínodo de los Obispos, proclamaré a san Juan de Ávila y a
santa Hildelgarda de Bingen, doctores de la Iglesia universal” indicó el Papa.
El santo padre puede otorgar oficialmente el título de Doctor de la
Iglesia a los santos que se destacaron por su erudición y como maestros
de fe. Son más de treinta los santos a quienes la Iglesia concedió dicho
reconocimiento. “Dos grandes testimonios de la fe vivieron en períodos históricos y
en ambientes culturales muy diversos”: Hildegarda, monja benedictina en
la Edad Media, y Juan, sacerdote diocesano en el Siglo de Oro español.
“Si bien la santidad de la vida y la profundidad de la doctrina los
vuelven perennemente actuales”.
Poco antes, en la homilía de la misa de Pentecostés, celebrada en la
basílica de San Pedro, el santo padre recordó que Pentecostés es la
fiesta de la unión, de la comprensión y de la comunión humana”.
Y si bien gracias al desarrollo tecnológico es posible estar más en
comunicación y reducir las distancias “la comunión entre las personas
frecuentemente es superficial y dificultosa”. Recordó también la
dificultad del diálogo entre las generaciones, y que “asistimos a hechos
cotidianos en los cuales parece que los hombres se estén volviendo más
agresivos y peleadores”.
Y como la narración bíblica de la Torre de Babel “contiene una
perenne verdad, que podemos ver a lo largo de la historia pero también
en nuestro mundo”.
“Un reino en el cual los hombres han concentrado tanto poder que
piensan (…) construir una vía que los lleve al cielo para poder abrir
sus puertas y ponerse en el lugar de Dios”. Y que por ello “mientras
intentaban ser como Dios corrían el riesgo de no ser ni siquiera
hombres” porque “habían perdido la capacidad de ponerse de acuerdo,
entenderse y trabajar juntos”.
Después de la misa y del Regina Caeli, Benedicto XVI recordó que “esta solemnidad nos hace recordar y revivir la efusión del Espíritu Santo sobre los apóstoles y los otros discípulos reunidos en oración con la Virgen María en el Cenáculo” de manera que “cada cristiano pueda participar a su misma vida divina y se vuelva válido testimonio en el mundo”.
Benedicto XVI también anunció que en Francia fue proclamada beata la
madre Luisa Elisabeth Molé, fundadora de las religiosas de la Caridad de
San Luis. El Papa invitó a todos a rezar por el VII Encuentro Mundial
de las Familias, que el viernes próximo se realizará en la ciudad de
Milán y en el cual él mismo va a participar.