Texto original: Hermana Agnese Scavetta para Zenit
Margherita Guarducci fue la arqueóloga que entre 1940 y 1950
guió la segunda campaña de excavaciones para el descubrimiento de la
tumba de san Pedro en la Necrópolis Vaticana. A través de la comparación
de varias fuentes históricas, llegó a la conclusión de que Pedro fue
crucificado en el circo del Emperador Nerón en el Vaticano el 13 de
octubre del año 64 d.C. Apoyándose en esta hipótesis, la estudiosa
resalta que el 13 de octubre del año 64 d.C., transcurrían 10 años del
reino del emperador Nerón, y por tradición para celebrar tal
aniversario, se ofrecían al pueblo espectaculos crueles, en los cuales
asesinaban a los enemigos del imperio. Para el decenal de Nerón,
probablemente fue derramada la sangre de los cristianos y de su jefe
Pedro, crucificado con la cabeza hacia abajo.
La tradición festeja el nacimiento al cielo --dies natalis--,
del apóstol Pedro junto con el apóstol Pablo el 29 de junio. Fue el día
en el cual Roma, la ciudad pagana, festejaba a sus fundadores: los
legendarios hermanos Rómulo y Remo.
Una obra eterna
A través de la visión de la pintura que representa la Crucifixión de
Pedro, realizada por Miguel Ángel en la Capilla Paulina del Palacio
Vaticano, tambien nosotros nos convertimos en testigos del dies natalis de Pedro.
En 1542 el papa Pablo III Farnese, encargó a Miguel Ángel Buonarroti
de pintar las paredes de la Capilla Paulina, lugar de oración reservado
todavía hoy al papa y a la familia pontifícia y, por esto considerada la
capilla “parva” (pequeña) del pontífice. Esta se encuentra a pocos
metros de la capilla Sixtina, la capilla “magna” (grande), reservada
para las solemnes celebraciones pontifícias y de la elección del papa.
Pablo III, antes de ser elegido papa se llamaba Alessandro Farnese.
Había sido un hombre poderoso y ambicioso, pero cuando subió al trono de
Pedro se sintió “aferrado” de la gracia divina, y decidió de no
anteponer sus intereses a los de Dios y de la Iglesia. Escogió el nombre
del apóstol Pablo, primer perseguidor de los cristianos y después
incansable servidor de Cristo.
El sumo pontífice Pablo III abrió el Concilio de Trento (1545-1563),
mediante el cual se obtuvo una profunda renovación espiritual en la
Iglesia, desgarrada por la inmoralidad y el protestantismo. En 1550,
Miguel Ángel, ya anciano y enfermo, terminó después de ocho años de
trabajo, sus dos últimas pinturas. Estas se encuentran de frente en las
paredes laterales de la Capilla Paulina, la Conversión de san Pablo y la
Crucifixión de san Pedro.
El primer papa está representado en el momento en el cual su cruz
invertida se izó. Su mirada penetrante y terrible se esfuerza en buscar
algo o alguno en la hora terrible de la muerte. En los ojos de las
personas en torno a la cruz, se entrelazan miradas inquietas, pero
también de profunda participación al evento, como aquella del hombre de
la barba larga con los brazos cruzados, colocado en primer plano al lado
derecho, que quizás se trata de un autorretrato de Miguel Ángel ya
anciano.
Las figuras están colocadas en un espacio sin prospectivas; el
artista para dar el sentido de profundidad, varía las medidas y
proporciones, y algunas figuras son más marcadas, otras más esfumadas. A
la derecha del crucificado, un hombre se inclina a tierra para medir la
profundidad del pozo apenas excavado sobre la colina vaticana.
Miguel Ángel representa el cuerpo de Pedro, cargado de una gran
fuerza interior, su mirada penetra en los ojos del espectador hasta el
punto de escuchar su advertencia: “...Les hemos dado a conocer el poder y
la Venida de nuestro Señor Jesucristo, no siguiendo fábulas ingeniosas,
sino después de haber visto con nuestros propios ojos su majestad” (2P
1,16).