lunes, 1 de octubre de 2012

Para Vivir la Justicia

Por el Padre José Martínez Colin

1) Para saber

Una de las causas de los desórdenes tanto locales como internacionales, es la injusticia. Por ello importa tener claro qué es la justicia. Una definición nos dice que es conceder a cada uno sus derechos, lo que le es debido por ser lo que es.
 

¿Qué derechos tiene la persona? Los descubrimos observando al hombre. Cada persona tiene ciertas necesidades básicas que cubrir, sean de tipo material (alimento, vestido, habitación…) o espiritual (conocimientos, religión, etc.). Al ser exigencias de su propia naturaleza, surge el derecho a disponer de esos bienes: derecho a la vida, a la educación, a la libertad de culto, etc.

La justicia no se trata sólo de dar cosas materiales, sino abarca también el trato que damos. Tenemos derecho a ser tratados como lo que somos: como seres humanos. Nunca podemos ver a las demás personas como objetos o como medios para obtener algo. Decía el beato Juan Pablo II que a la persona la trataremos con justicia sólo si la amamos. Por ello, cada persona tiene derecho a ser tratado con amor, eso es lo justo en las relaciones interpersonales, nunca como objetos. Cuando una persona maltrata a otra decimos que eso es injusto.

Así pues, el valor de la persona es tan grande que el modo justo de tratarla es a través del amor. Si no cuidamos ese orden se cae en muchos males. Por ejemplo, esta es la razón por lo que la pornografía rebaja a la persona, porque no la trata con amor, sino como objeto de placer, dándole un trato muy injusto. Con ello se denigra a la persona.

2) Para pensar

Fernando IV, rey de Castilla en el siglo XIV, recibió el sobrenombre de “El Emplazado”. Ello se debió a un trágico acontecimiento. Sucedió que durante una expedición guerrera se cometió un crimen. El rey mandó aprehender a los hermanos don Juan y don Pedro Carvajal, creyendo que eran los asesinos. Y sin interrogatorios, ni defensa alguna, los dos hermanos fueron condenados a muerte.

Con ello el rey rompía el juramento que prestó al ser coronado; entonces se había comprometido a no separarse jamás de las leyes de la justicia.

Los condenados a la pena capital juraban y perjuraban que eran inocentes, y suplicaban ser oídos por un tribunal regular. Pero no se les concedió.

Antes de morir, ambos hermanos emplazaron al rey ante el tribunal de Dios para dentro de un mes. Luego los ajusticiaron.

Lo notable del caso es que habían transcurrido veintinueve días, y el rey se encontraba más sano que nunca; pero al llegar el trigésimo se sintió algo indispuesto. Se retiró a Jaén y se acostó. Y aquél mismo día falleció, el 17 de septiembre de 1312. De ahí le vino su sobrenombre de “El Emplazado”.

Ciertamente aquí en la tierra no siempre se consigue la justicia, pero siempre habrá un tribunal divino donde todo se ajustará.

3) Para vivir

Además de tratar a cada uno como lo que es, ser justo implicará hacer todo lo posible para que cada persona pueda cumplir las exigencias de su desarrollo personal.

Viviremos la justicia si procuramos satisfacer la necesidad que tiene cada persona de crecer, de lograr la estatura espiritual que le compete. Por ello, seremos justos en la medida en que adquirimos la responsabilidad sobre nuestra propia vida, y sobre la de los demás.