Viajando por nuestro país nombré una vez
a Tomás de Aquino; y un compañero de tren me preguntó con toda seriedad si ese
Aquino era de Corrientes. Porque, en efecto, Aquino es apellido correntino.
Se podía responder que no con una
sonrisa. Pero también se puede responder con más profundidad aunque con menos
sencillez: "Sí señor, Tomás de Aquino es de Corrientes. No está en las
listas del Senador Vidal. Pero fue uno de los maestros de San Martín y del
Sargento Cabral."
Tomás de Aquino es de toda la Cristiandad
entera, aun en sus rincones mesopotámicos, y sobre todo de esta cristiandad
latina a que tenemos el honor y el riesgo de pertenecer. El Senador Vidal, como
todo correntino, debe tener mucho de tomista sin saberlo, porque nadie puede
sustraerse a una tradición secular. A través de la Orden de Predicadores, de
las otras órdenes religiosas, de la Jerarquía católica, del clero secular y de
los conquistadores, la Suma Teológica del Aquinense se instiló en el Nuevo
Continente inspirando costumbres, leyes, actos de gobierno, hábitos mentales y
maneras de hablar. "Es increíble la cantidad de latín que hay incluso en
el lunfardo de un reo de la Boca y en la lengua turfística de un sportsman de
Palermo" —ha dicho Eugenio D’Ors ("El Debate", Madrid, 20 de
junio de 1934).
Esa lengua latina que impregna como un
mantillo húmedo las raíces de nuestro romance castellano —y sin cuyo
conocimiento al menos en las élites intelectuales nuestra lengua degenera
necesariamente— fue rechazada de la enseñanza por los hombres del 84 sin que se
pueda asignar para ese fenómeno hoy día ninguna razón perceptible; puesto que
en esto no imitaron según su costumbre, ni a Francia ni a los Estados Unidos. De
modo que la "Summa" del de Aquino, que está más honda en nuestra
nacionalidad que los mismos Aquinos de Corrientes, fue sustraída en su texto
original hace 60 años a la incipiente alta cultura argentina. ¡ Y así le ha ido
a ella desde entonces! Y ahora hay que traducirla como se pueda a la lengua
vulgar. Paciencia. No hay mal que por bien no venga. Puede ser que sirva como
instrumento de comunicación hispano-americana.
"He aquí que de nuevo en 1944
—escribe la revista "Moctezuma", de Méjico— van saliendo de las
prensas argentinas los volúmenes poderosos de su obra magna en lengua de
Castilla. En otros tiempos, cuando Occidente era Cristiandad, un occidental que
no supiera latín era considerado un primitivo. Hoy, que se nos ha quebrado en
pedazos la herencia de muchas generaciones... nos parece primitivo el que sabe
latín; progresista el que posee una radio Philco y un Ford V 8.
"La Suma Teológica fue una de las
más poderosas contribuciones a la culminación de la unidad occidental. Unidad
que era idea antes de ser hecho. Cuando todo Occidente —desde Oxford a Mesina y
desde Salamanca a Nuremberg— estudiaba la Suma sin pensar que Tomás era fraile
o italiano o escribía en latín, existían valores superiores a esos instintos
carniceros que nos encierran hoy en fronteras de montes o de ríos, de lenguas o
de razas, para odiar o explotar más cómodamente a los que viven al otro
lado..."