El conejo de Pascua es un símbolo cristiano de la Resurrección.
Su uso
se remonta a antiguos predicadores del norte europeo que veían en la
liebre un símbolo de la Ascensión de Jesús y de cómo debe vivir el
cristiano: las fuertes patas traseras de la liebre le permiten ir siempre
hacia arriba con facilidad, mientras que sus débiles patas delanteras le
dificultan el descenso.