domingo, 1 de julio de 2012

Los Zapatos

Fuente: Carlos Escorza Ortiz para Gólgota Online

Cuando compramos zapatos solemos buscar un modelo de acuerdo a nuestras circunstancias, imagen, gustos, que vayan de acuerdo a nuestros objetivos, de tal forma que podemos encontrar zapatos de trabajo, descanso, deporte, con miles de variantes, estilos, materiales, con los cuales podemos identificarnos, manifestar en ellos nuestra forma de ser.
A lo largo de la historia, podemos ver diversos materiales, que han hecho de nuestras vidas algo más cómodo.


La tecnología aplicada en la actualidad nos permite ver una gran diversidad de modelos, formas, y características que se adecuan a las necesidades particulares del usuario. Platicando con un amigo sobre el calzado deportivo me decía que podemos encontrar zapato tenis de acuerdo a nuestra actividad física, para correr, practicar algún tipo de deporte, teniendo así una gran variedad de elementos para discernir en la elección de calzado.
Lo mismo podemos ver para el trabajo, con las circunstancias propias de nuestro empleo, actividad, horarios, en fin, que en muchos sentidos buscan facilitar nuestras vidas, pero que para algunos parecieran más una complicación que una ayuda.

Por irónico que parezca siempre buscamos sean en par, que sean iguales, y aunque sea más que obvia la respuesta, el tener un par del mismo tamaño, forma y modelo, nos garantizan equilibrio, estabilidad.

Poniendo algunos ejemplos absurdos, si usamos un calzado deportivo en un pie, y en el otro uno de vestir, además de vernos mal, podemos fácilmente caernos, agotarnos, desgastarnos.
Lo mismo sucede en nuestra elección de compañero o compañera de vida, encontrar la persona ideal tiene que ir de acuerdo a la realidad que soy y dirección en la que me encuentro.

De ahí que uno de los enigmas más antiguos de la humanidad se encuentra en la elección de pareja, y de este tema se han escrito y descrito un sinfín de posibilidades, razones, ideas, sobre las cuales nos podemos argumentar, justificar o plantear.

Así como en el calzado debemos de tener el par, debemos de reconocer que son además complementarios en todas sus características, solo con una diferencia, uno es derecho u otro izquierdo, repito puede sonar irónico, pero creo es necesario tener en cuenta esta absurda realidad.

Muchos han generado ideas, mitos historias, leyendas que giran y buscan responder a estas realidades, como “el Banquete” de Platón, que busca responder a que es el amor y cuenta historias y mitos geniales de qué es y por qué es así el amor. 

Pensemos ahora en que queremos ponerle zapatos al amor, y nosotros somos uno de los dos zapatos que debe llevar el amor. Y nos encontramos en una zapatería que por una extraña razón todos los zapatos están en desorden, y podemos ver todo tipo de calzado, deportivo, de trabajo uso rudo, descanso, botas, cortos, largos, en fin, de todo tipo de zapatos frente a nosotros, y estamos buscando nuestro par, nuestro igual, el que complementa y que hará que el amor camine estable, firme y seguro.

Podemos ver que en la variedad de calzado hay modelos más lindos que nosotros, más finos, sencillos, complejos, con adornos, sin ellos. Nos colocamos junto a cada uno de ellos, pensando en que podríamos ser el par de cualquiera de ellos, proyectamos planes, ideas, sueños, de lo que juntos podremos hacer al calzar al amor.

Visualizamos un sinfín de eventos y actividades juntos, generamos tantas expectativas que llegamos a la idealización de esa experiencia, pero hemos olvidado algo, que en muchos casos puede ser doloroso al descubrirlo.

No nos hemos dado un momento para vernos, para reconocernos, para saber que características tenemos, nos hacen ser, que forma, tamaño tenemos.
Solo hemos visto los demás zapatos que están a nuestro alrededor, los hemos criticado, admirado, analizado, pero hemos olvidado algo importante, saber que características tenemos o mas bien tengo para así, poder encontrar a mi par.

De tal forma que al conocer mis características y elementos que me forman puedo así reconocer mis posibilidades reales, con esto no quiero decir que en la elección de una pareja deba hacer lo mismo, o sentir lo mismo, es mas complicado que esto.
El reconocer mis limitaciones, realidades y formas de ser, me permiten reconocer posibilidades en mi capacidad de elección. El tener una clara conciencia de lo que soy, me permite tener claridad, orden en lo que soy, quiero y busco, para así encontrar a mi par.
De otra forma es vivir con la actitud de “prueba y error”, jugando a las probabilidades, cayendo en supersticiones, justificándose en cualquier cosa.

A lo que podemos llamar programación o memoria afectiva, es decir, que me vinculo con ciertas personas que sin saberlo las atraigo y más aun, si veo algo diferente, suelo dudar, condicionar por que no corresponden a mi realidad.

Un ejemplo de esto seria, si viví en una realidad familiar violenta, es fácil que caiga en esa misma actitud al buscar pareja, o mas bien atraigo eso mismo que aprendí a ver como normal. Sea la realidad que sea, suelo reaccionar ante lo que en mis primeros años viví y de ahí tomo partido para todo lo que se presenta en mi vida, aceptando o rechazándolo.

Incluso es muy lamentable darse cuenta que al vivir un estilo de vida caemos fácilmente en patrones de conducta, como algunos psicólogos lo explican, generando así patologías de conducta que llevamos toda nuestra vida, sino somos capaces de reconocerlas.
De tal forma que la elección de mi par en la vida esta subordinado a estas realidades o posibilidades presentes en mi vida.

¿Qué podemos hacer? Podríamos preguntarnos. Si somos capaces de reconocer qué patrones de conducta tenemos, vivimos desde nuestra infancia, es posible que podamos desprogramarlos, reorientarlos, para así responder a nuestra realidad plena.
Todos lo tenemos, vivimos en una estructura familiar determinada, que de ahí recibimos todo el bagaje afectivo, espiritual, cultural que somos, pero no siempre lo tenemos claro.
Una vez clarificado este punto, podremos avanzar en la elección de nuestro par, antes como ya lo decía, caemos en “prueba y error” constante, jugamos a sentirnos bien, a vernos bien, sin estar listos para esto.

¿Es posible? Claro, cuando dejemos de vernos solo desde un lado, cuando dejemos de ver el lado egoísta de nosotros mismos, cuando dejemos de buscar nuestro beneficio personal y seamos capaces de ver por el otro, seamos capaces de ser el complemento, y no, nuestro sentirnos y vernos bien.

Cuando seamos capaces de ver por el otro, su sentir, pensar y querer encontraremos mas respuestas que preguntas a nuestra vida, si somos capaces de descubrir en mi, las realidades que me hacen ser, la forma que me hacen reaccionar, podré entonces tener claridad de lo que quiero en la vida, antes los peligros son muchos.

Cuando Dios creo al hombre y a la mujer, les dio igualdad, complementariedad, nos dio la facultad de ser fecundos, y no solo en el ámbito sexual reproductivo, sino de dar vida de generarla en el otro, de alimentar la vida del compañero de vida, de tomar el mismo rumbo, es decir de buscar la felicidad, de vivir el amor pleno, generoso.
Ponerle zapatos al amor es reconocer que somos par, vamos para el mismo lado, y que el esfuerzo y desgaste es compartido.