No es nuevo que el contenido pornográfico esté presente en las manos de adolescentes en todo el mundo, y no sólo de adolescentes. Con el avance de Internet, el acceso a la pornografía se vuelve cada vez mayor, tanto para hombres como para mujeres.
Algunas investigaciones indican que casi la mitad de todos los internautas del mundo ven pornografía y que el 33% son mujeres. Los
datos, a menudo desconocidos para la mayoría de los padres, revelan una
preocupante realidad en relación a la educación sexual, en el
sentido de que un adolescente cuanto más busca el placer virtual,
mayores son los signos de que las relaciones reales son complicadas y
pierden espacio en su vida.
Mientras
falta inversión en una educación sexual sana, la industria pornográfica
gana más de 97 billones de dólares al año en todo el mundo. Los datos
sobre la industria pornográfica no son precisos. Hay mucha especulación.
Pero suscitan un cuestionamiento sobre nuestro estilo de vida, el
estilo de vida de la sociedad del tercer milenio.
Actualmente, hablar de sexo con los hijos sigue
siendo un tabú para muchos padres. Hay otro grupo de padres que hablan
sobre sexo desde la óptica del mercado, que incentiva experiencias
sexuales de todo tipo sin criterios.
El sexo se
sigue viendo como un derecho, es decir, toda persona que experimenta
placer sexual está viviendo su derecho, su libertad. Muchos padres no
saben cómo educar a sus hijos porque se sienten incoherentes, creen que
porque ellos tienen o han tenido acceso a la pornografía, sus hijos
también tienen ese “derecho”.
Sin
embargo, la experiencia sexual se configura por ser una experiencia de
intercambio afectivo, de entrega amorosa. El sentido del sexo tiene
mucho más que ver con una relación entre dos personas con historias en
común que con un simple derecho a tener placer. De esta forma, la pornografía desvirtúa el sentido real del sexo.
El
creciente aumento del acceso a la pornografía revela la dificultad de
encontrar relaciones saludables que tracen una verdadera realización
personal. Si para algunos adultos este es ya un comportamiento común
adquirido durante su desarrollo que no estorba a la vida sexual en una
relación real como el matrimonio, puede que esta realidad no sea la
misma para los niños y adolescentes que viven esta fase de desarrollo en
una nueva cultura sexual.
Hoy
muchos presentan dificultades para iniciar un noviazgo precisamente
porque están viciados con la pornografía. Cuando están constantemente
respondiendo a sus deseos sexuales con estímulos pornográficos acaban
por no permitir que se produzca una atracción sexual natural con el sexo
opuesto.
Hay
una gran lista de riesgos que la pornografía lleva al desarrollo sexual
de un adolescente. El más preocupante es el riesgo del vicio. De
esta forma, la pornografía se puede ver como una droga que actúa
directamente en la producción de hormonas de placer y afecta a toda la
vida social del individuo.
Es
preciso motivar a las nuevas generaciones para que tengan una vida
social saludable, una convivencia constante y natural con grupos mixtos,
y principalmente colaborar para que tengan una visión digna y natural
del sexo opuesto. Una sociedad saludable es una sociedad que no reprime
la sexualidad ni tampoco la ve como simple vivencia de un derecho, sino
como expresión de amor.